La máquina registradora
El sonido de la máquina registradora
me despertó del trance, volví a la cotidianidad, a la rutina, a lo usual [...]
mi miedo a los baños llenos me incapacito, pese a que mi vejiga estaba llena de
1.5L de diuréticos. [...] Cuando, cómodamente escuchar gente oliendo coca es
más sano que escucharlos orinar.
Atolondradas mis manos buscan en mis bolsillos, un par de
monedas para comprar una cerveza más, una más, para quitarme la sequedad de la
garganta. [...]Y entre tanto, en medio del camino a casa, voy riendo de las
estupideces que hablo con mi amigo, riendo de lo ebrios, riendo de lo serio.
Caminando hacia el parque, porque quería sentarme en la banca
[...] y me levanté de mi cama, directo al baño, a vomitar, esa mala sangre que
corre por mis venas y quema como el fuego ardiendo.
Abro los ojos, filosóficos y con dolor de cabeza, acidez
estomacal y sed, mucha sed. La luz, mortal enemigo y la única cura para la
sangre tormentosa y llena de fuego. Profeso y me enjugo en la frase: "No
voy a tomar tanto la próxima semana".
Y aquí estoy, una semana más tarde frente a la registradora
del mismo bar, pidiendo una cerveza y pagando con un billete y dos monedas.
Los colores, la gente y la música ruidosa; altera mis
sentidos y me desconecto. Solo me acomodan las chapas de las botellas bajando y
el "tsss" de la botella al ser decapitada.
Me río de la gente, de lo que dicen y lo que hacen. Jugando a
ser el más astuto, en un tablero imaginario con todas las piezas en las manos y
ninguna entre los dedos. Pútridos pensamientos de falsa valía, corrompe la
fantasía a lo real, a lo duro, a lo aburrido y por culpa del etanol en mis
venas mi cara refleja el choque de las olas en mi interior.
Y de vuelta por el mismo camino de regreso a casa, camino,
riendo con otro amigo y me siento, en la silla de la cocina. Caliento el
hígado, el bistec, saco las tortillas y nos sentamos a comer y hablar y a reír
de nosotros y la gente.
Mi amigo se va y yo le digo "avíseme cuando llega a su
casa" y me contesta "¿Para qué? Si usted ni contesta" y yo le
digo "para saber que llegó bien".
En la oscuridad de mi cuarto, con las orejas tapadas escucho
sonidos duros de la música que me gusta y pienso en como escribir una historia
sobre lo ebrio y me pienso "El sonido de la máquina registradora...".
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